En el corazón de Santa Cruz de Lorica, Córdoba, el Mercado Público también conocido como “El Ranchón” es mucho más que un lugar de comercio: es un escenario donde la gastronomía local despierta memorias, identidad y comunidad. Inaugurado en 1929, este edificio declarado Monumento Nacional destaca por su arquitectura republicana con rasgos árabes y francesados, símbolo del mestizaje cultural del Bajo Sinú.
Desde temprano, los puestos de comida cobran vida: ollas burbujeantes, bocachicos frescos, hojas de bijao que envuelven secretos culinarios y aromas que se cuelan por el aire. Uno de los platos estrella es el Sancocho de bocachico, preparado con pescado de río, caldo robusto, plátano, ñame o yuca, que se sirve en múltiples variantes: frito, viudo o guisado. También la Zarapa un envoltorio tradicional que utiliza hojas de bijao para contener arroz con fríjol, carne guisada, tajadas de plátano y yuca es una preparación que evidencia la herencia agrícola y ritual de la región.
Lo más fascinante es cómo la gastronomía aquí va más allá del sabor: cada receta encierra historia. En Lorica confluyen herencias indígenas, africanas, españolas y del Medio Oriente, reveladas en ingredientes, técnicas y mezclas de sazón. Los quibbes o el pan árabe conviven con el arroz con coco o el mote de queso en los puestos del mercado
El mercado es también escenario de vida cotidiana: los areneros que cargan arena por la madrugada para la construcción, los vendedores que despliegan especias y granos, las cocineras que heredan recetas de generaciones. Estas historias, crudas y auténticas, se entrelazan con los sabores y hacen del recorrido una experiencia completa: del olor salino del río, al clamor del comerciante, al bocado del pescado caliente.
Visitar el Mercado Público de Lorica es, por tanto, saborear la historia viva del Caribe colombiano, sentir que los platos están condimentados no solo con sal y pimienta, sino con memoria, comunidad y identidad.
