Armando Ruiz
Con tan solo dos años, Luan comenzó a salir a la luz, ni siquiera hablaba fluidamente, pero ya tenía claro que lo suyo no eran ni los vestidos, ni las colitas que le colocaba su mamá en el cabello. En los roles de juego, tampoco deseaba ser la chica, la mamá o la princesa. Sus padres Natalia y Fernando pensaban que se trataba de una confusión infantil y comenzaron a corregirlo.
Sin embargo, Luan seguía aferrado a su identidad y lloraba cuando le llevaban la contraria. Por tal motivo, sus padres se vieron en la obligación de indagar y leyeron por primera vez las palabras «niñeces trans» o «transexualidad en la infancia». “Lu es un varón trans, y aquello también es parte de su vida. De hecho, nosotros decimos que no es sólo él: somos una familia trans, porque todos tuvimos que cambiar el chip y transicionar con él”, dijo su madre al medio Infobae.
Al inicio sus padres se llenaron de dudas y temores, pero ambos estaban de acuerdo en que la prioridad era el bienestar de Luan. Fue así como comenzaron a hacer el cambio paulatinamente y luego de haber puesto nombre a la identidad de género de su hijo, empezaron a tratarlo como niño e hicieron un ritual en el que sacaron la ropa que este solía usar.
A la edad de 4 años llegó su transformación definitiva de la mano de la corrección de la partida de nacimiento de Luan. A la celebración acudió su familia y compañeros de jardín, de igual forma, la institución también se sumó al proceso de transición, al dejar de separar a los estudiantes por filas y además crearon los baños unisex. Si bien, los padres de Luan trabajan para que él se sienta seguro y orgulloso de quien es, sin embargo, el miedo no desaparece puesto que el tema sigue siendo un desafío en la sociedad actual.